domingo, 12 de junio de 2011

1. Secretos


Aburrido. Era un día demasiado aburrido para aquel erizo que se encontraba sentado en uno de los asientos del tren. Miraba sin mucho interés el mar que se podía contemplar fuera de la ventana. Era hermoso, debía admitir, pero al estar algo desvelado prefirió dejar de verlo, en caso contrario quedaría completamente dormido por la sensación de calma que aquella imagen daba.

Se levantó de su asiento para estirarse un poco. Suspiró pesadamente, había viajado ya casi un día entero para llegar a aquella ciudad.

Metió la mano en uno de los bolsillos de la chaqueta negra de cuero y sacó una foto. Observó aquella foto con cierta confusión. Una y otra pregunta se formaba en su mente mientras seguía contemplando el contenido de aquella fotografía. Agitó un poco su cabeza despejando así sus dudas y la guardó nuevamente en su bolsillo, ya pronto sus dudas serian aclaradas, pero primero necesitaba llegar a aquella ciudad.

Notó como el tren entraba finalmente a la estación, deteniéndose momentos después. Sonriente, se dirigió a la puerta más cercana. Había un buen número de personas enfrente de él, empujándose, impacientes por salir de aquel transporte. Esperó pacientemente su turno para salir, no quería estar amontonado como ellos. Finalmente la salida estaba libre y pasó sin problemas.

El lugar estaba realmente lleno. Enseguida comenzó a desear ya salir de ese lugar. Bajó unas escaleras y buscó la salida. Tardó un poco, pues la estación era demasiado grande y el no conocía para nada el lugar.

Minutos después logró liberarse de tan sofocante lugar. Una vez afuera se estiró nuevamente y sonrió.

– Finalmente – Dijo después de un suspiro – Station Square.

Cuando se disponía a caminar, un gritó lo detuvo. Giró su cabeza a su lado izquierdo y vio como un hombre encapuchado corría con una bolsa en la mano, siendo seguido por una señora.

– ¡Deténganlo por favor! – Gritó desesperada.

El erizo se quedó parado, viendo como aquel sujeto le hacía señas de que se moviera.

– ¡Quítate idiota! – Exclamó al ver que no se hacía a un lado.

Gruñó. Dio unos pasos hacia atrás y, antes de que pasara aquel ladrón por su lado, metió un pie, causando que se cayera fuertemente al suelo.
Tomó el bolso robado y se lo dio a la agitada mujer con una sonrisa.

– Muchas gracias joven –Agradeció.
– Tenga más cuidado para la próxima – Aconsejó el erizo.
– Lo tendré – Dijo sin más.

Miró como ella estaba a punto de marcharse, pero ella, antes de que se girara completamente, observó de reojo como el ladrón se acercaba peligrosamente hacia el erizo gris.

– ¡Cuidado!

El erizo quiso voltearse, pero un brazo sujetándolo y un cuchillo en su cuello se lo negaron.

– Si valoras tu vida, dile que me dé su bolso –Le susurró.
– ¿Por qué deseas tanto ese bolso? No vale nada – Musitó.
– ¡Tú que sabes! –Dijo apretando más el cuchillo en su cuello, causando una leve cortada – ¡Rápido!

El erizo vio a su alrededor. Mucha gente asustada los observaba. Algunos querían ir a su rescate, pero eran detenidos por los que estaban a su alrededor.

Era tiempo de detener esa escenita.

– Si alejas un poco más el cuchillo lo haré – Le dijo, rendido.

Y así lo hizo. Lo alejó unos cuantos centímetros de su cuello, suficiente para aquel erizo. Bajó la mirada un poco, confundiendo un poco a aquel sujeto. La levantó con rudeza, golpeando fuertemente el rostro de aquel hombre.

– ¡Maldito seas! – Gritó cubriéndose la nariz con ambas manos.

El erizo, con un movimiento rápido, golpeó ambas piernas del ladrón para así tumbarlo. Sin perder tiempo le quito el arma blanca que tenia. Le dio la vuelta, dejándolo ahora boca abajo. Tomó ambas manos del sujeto y se las torció.

– ¡Déjame ir imbécil! – Ordenó.
– No te preocupes, no tardaran en venir por ti – Dijo escuchando las sirenas de las patrullas.

Un minuto después llegó la patrulla. Bajaron dos hombres uniformados, ambos de ellos armados. Se acercaron y ordenaron al erizo moverse. Este así lo hizo para permitir que los policías hicieran su trabajo.
Una vez esposado, uno de ellos se encargó de meterlo al vehículo, mientras que el otro se acercaba al héroe del momento.

– Gracias por su ayuda, joven erizo.
– No hay de que – Sonrió.

La gente aplaudió con entusiasmo por unos momentos, haciendo sentir algo alagado al erizo. Momentos después, todos regresaron a sus asuntos, a excepción de un segundo erizo.

– Vaya, eres realmente bueno.

El erizo grisáceo se giró, viendo a un erizo de tez azul cruzados de manos, con una sonrisa marcada en su rostro.

– Gracias – Dijo, antes de comenzar a caminar.
– ¿Eres nuevo por aquí? – Pregunto el azulado, siguiéndolo – Nunca te había visto.
– Si, acabo de llegar – Contestó.
– Pues lamento la mala bienvenida – Rió.
– He pasado por cosas peores – Dijo sonriendo.
– ¿Enserio? ¿Pues qué clase de vida tienes? – Dijo impresionado.
– Una que creo que no te interesara saber. Por cierto – Se detuvo – ¿Por qué me sigues? – Preguntó volteando a verlo.
– La mera verdad… No lo sé.

Aquella no era la respuesta que esperaba. Suspiró mientras sentía como una gota bajaba por su sien.

– ¡Oh! ¡Lo siento! No me he presentado. Soy Sonic, ¡Sonic the hedgehog! – Se presentó mientras mostraba un pulgar arriba.
– ¿Sonic the hedgehog? – Preguntó.

Sonic solo asiente con la cabeza.

– ¿Sonic? – Susurró.
– Así es – Dijo tratando de no reír. ¿Acaso ese erizo quedo sin palabras tras conocer al legendario héroe?
– No. No me suena – Comentó.

Aquello lo hizo caerse de la impresión.

– ¿Qué, que? – Pregunto el erizo ojiverde – ¿Cómo que no me conoces?
– ¿Acaso debería? – Cuestiono.
– ¡Pues claro!
– Mira niño, tengo asuntos importantes que atender. Por favor no me molestes – Dijo antes de seguir caminando.

Frunció el ceño mientras lo veía alejarse poco a poco. ¡Nadie en la vida le había llamado niño! Lo han llamado Faker o rata azul… ¿pero niño? Tiene quince años y ha salvado al mundo de la destrucción muchas veces, ¡un niño no puede hacer eso!

Se calmó, enojarse por eso era exagerado, pero él como lo dijo fue lo que en verdad le molesto.

Estaba a punto de retirarse, cuando vio en el suelo una hoja blanca. Se agachó para recogerlo y se dio cuenta de que se trataba de una fotografía. Observó el retrato, en este se mostraba a una joven eriza negra de ojos azules.

– ¿Quién es…? – Calló enseguida al ver cómo le era arrebatado esa fotografía – ¡Oye!
– ¡Devuélveme eso! – Dijo mientras guardaba aquella foto nuevamente en su bolsillo.
– ¿Quién es esa chica? – Preguntó curioso.
– Nadie importante – Contesto antes de retirarse.

Sonic levantó una ceja. Ese erizo gris obviamente escondía algo pero… ¿qué?